Comienza la semana con un frio menos invernal que el de la semana pasada. Nuestra querida “caja roja” sigue igual, en su lugar pese a que poco a poco el escenario que preside se va transformando: los bancales de barro empiezan a asfaltarse, e incluso ya tenemos camino para llegar a clase.

Pero claro, esto es como esos bífidus de Danone, no sólo se nota por fuera, sino que te renueva por dentro. Hoy cuando hemos llegado a clase podíamos apreciar a un grupo de ELE-CASEI-IMUNITAS (obreros) entrando y saliendo de las aulas, con cables, cajas y demás aparatos que en algún momento han debido de olvidar en nuestra aula.

La cuestión es que ya tenemos altavoces. Realmente nadie los pidió (como mucho Ferris y su micrófono no-hace-falta-pero-lo-pongo) Cables y más cables caían de las placas del techo levantadas. Supongo que en un par de días conectarán el proyector de pared y las neo-mesas modernas de los profesores.

Eso sí, de la nueva máquina de café, de los enchufes que hacen falta y del aire acondicionado/calefacción no se sabe nada. ¿Realmente es más necesario los altavoces que el parquin?

No nos quejamos de los apaños que están llevando a cabo, pero esperamos que no tengan que pasar otros cuatro años para que se vuelvan a escuchar las voces de los protoperiodistas aclamando: ¡Atzavares También Existe!