Este año, como ya es tradición, se celebró en Cocentaina la Fira de Tots Sants.

Desde 1346 se mantiene la tradición de esta localidad, siempre enfrentada a la todopoderosa Alcoi.

Aderezada con diversos actos, la fiesta gira en torno a un amplio mercado medieval que muestra muchas de las tradiciones de aquella época. Desde herreros y escultores hasta vendedores de burros. También es cierto que la exposición ha evolucionado, y ahora se venden tractores y coches de lujo a partes iguales. Por las calles del centro la ambientación es total. Decenas de figurantes amenizan la visita y hacen las delicias de los más pequeños.

De todas formas, nosotros nos quedamos con lo tradicional. Esta feria ofrece más de 700 puestos en los que podemos comprar pequeños detalles de decoración, colgantes, pulseras (todo hacho a mano) y la que sin duda es la zona de mayor éxito: los puestos de comida.

Hay que decir una cosa: si la feria muestra los oficios artesanos y la forma de vida de la época, por aquel entonces comían de cojones. Joder qué costillares, qué bocatas de 'blanc i negre', qué lujo por Dios. Así da gusto ir a los sitios. Qué encanto. La gente sentada en las tablas, tomando su aperitivo con su vinito.

Y muchos se preguntarán ¿qué hago yo en la feria esa? Pues simplemente es otra forma de pasar la tradicional fiesta de Todos los Santos, el día 1 de noviembre. Otra forma de salir un rato y despejarse, que hay que ver como está el panorama. Es otra forma de empaparse de cultura y saber tradicional, de regresar al mundo sin televisión ni Internet. Y una buena excusa para saltarse la dieta.

También es una buena forma de recuperar el famoso regateo. Me lo vendes por 10, ¿me lo dejas por 5?. Me lo quedo por 7.

Hablando más en serio, recomendada la visita a este mercado medieval y de paso, esperamos que conserven el espiritu tradicional y se dejen de vender Mercedes y BMW´s.

El año que viene, os espero allí.